LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMÍN 1994

         En los sanfermines raro es el año que no haya un tema que polarice la atención general del público, tema éste que, a su vez, suele quedar reflejado en las pancartas de las peñas, en los chistes de la prensa local, o en el propio ambiente de calle, exteriorizado en forma de parodias, canciones u otras ocurrencias. Este año, además de la euforia colectiva que se vivía en torno al ciclista navarro Miguel Indurain que en las últimas ediciones del Tour no había quien le hiciese sombra (ni este año tampoco), surgió un tema curioso y pintoresco, y es que el exdelegado del Gobierno en Navarra, Luis Roldán, se encontraba en situación de prófugo de la justicia acusado de una interminable lista de cosas. No faltaron pues, en estas fiestas, algunos roldanes cuidadosamente arreglados y maquillados, con guardaespaldas y maletín, dispuestos a hacer reir al personal y a tirar de la manta.

         Al margen de estos temas que, aunque nada tienen que ver con la fiesta, se acoplan miméticamente al ambiente de la misma, estaban los temas específicos de cualquier edición sanferminera: chupinazo, vísperas, procesión, fuegos artificiales, encierro, corridas de toros, danzas, toro de fuego, torneos de pelota, peñas, gigantes y cabezudos, barracas, octava, pobre de mí...; sin olvidarnos de esa prolongación de la fiesta, que es ya como un apéndice de la misma, representada por el acto musical que se celebra después del pobre de mí en la Plaza del Consejo en donde se canta, al compás que marca la batuta de el Guti, las canciones tradicionales de las fiestas, a las que las modas musicales advenedizas han arrinconado al peligroso escalafón de especies musicales en vía de extinción; o ese otro acto, curioso, para unos simpático, y para otros no tanto, que es el encierro de la villavesa, en el que los mozos valientes se empeñan en celebrar el día 15, a las ocho de la mañana, un peculiar encierro en la cuesta de Santo Domingo.

         Como cosa extraordinaria dentro de lo que es el ambiente propio de la fiesta sería injusto ignorar la manifestación que se celebró el día 9, a las nueve de la noche, a favor de la insumisión al estamento militar. La marcha, en la que participaron en torno a las 2000 personas, finalizó ante la prisión provincial en donde se pidió la libertad de los insumisos presos.
         Otra curiosidad, que además es la más estúpida que han conocido nuestras fiestas, es  la reiterada publicidad que se hacía en algunos países –destacando Australia en ello- del fuenting. El escenario de esta tontada es la fuente de la Navarrería, a la que desde lejanas tierras acudían en estos días gentes de todo el mundo para tirarse desde lo alto de la misma sobre los brazos de los amigos. Si el calor acompaña parece imprescindible practicar este deporte en paños menores, o sin paños. La cosa no pasaría de ser un numerito, con más o menos gracia, si no fuese por el triste balance que está dejando esta moda con demasiados jóvenes que han acabado parapléjicos, o tetrapléjicos, en una silla de ruedas para el resto de sus días.

         La Feria del Toro de este año contó con la presencia de los diestros José Ortega Cano, Cesar Rincón, Jesulín de Ubrique (este puso la plaza patas arriba el día 7 provocando el delirio popular y saliendo por la puerta grande con una oreja en cada mano), Dámaso González, Juan mora, Manuel Caballero, Tomás Campuzano, José Pedro Prados “El Fundi”, Domingo Valderrama, Carlos Collado “Niño de la Taurina”, Sergio Sánchez, Luis de Pauloba, Antonio Borrero “Chamaco”, José Mª Manzanares, Juan Antonio Ruiz “Espartaco”, Miguel Báez “Litri”, Enrique Ponce, “Finito de Córdoba”, y Emilio Muñoz.
         Frente a ellos estuvieron las ganaderías de Cebada Gago, Conde de la Corte, Eduardo Miura, Pablo Romero, Benítez Cubero, Torrestrella, Marqués de Domecq, y la de Osborne Vázquez.
         La feria se completó con la novillada del día 6 (Francisco Rivera Ordóñez, Vicente Barrera y Edu Gracia, con reses de Santiago Domecq Bohorquez), y con una corrida de rejones el día 10 (Joao Moura, Luis Domecq, Pablo Hermoso y Antonio Domecq, con toros de María Olea).
         Los encierros de este año tuvieron también su balance negro con doce heridos por asta de toro. Estos heridos tenían nombre y apellidos: José Mª Luna, Tirryl Flashman, y Marc D. Gerbick (día 7);  Carlos Olza y Mitchel Saboleski (día 10); Tylar Willson (día 11); Iñaki Zaragüeta, John Torpey, Francisco Javier Ozcoidi, Javier Lazcoz, David Garnacho, y Javier Cabrero (día 12). Obsérvese en esta relación de heridos el considerable porcentaje de ciudadanos extranjeros, claro reflejo de la proporción de visitantes y turistas que se acercan en esos días a Pamplona.




PINCELADAS


Alcalde.- D. Alfredo Jaime

Horario.- Encierro: 8 de la mañana.  Corrida de toros: 6’30 de la tarde.

Chupinazo.- D. Javier Ayesa

Campaña contra el lanzamiento de objetos al ruedo.-  El Gobierno de Navarra, a través de la  Dirección General de Interior, realizó este año una campaña con el fin de evitar el lanzamiento de objetos en la Plaza de Toros durante la lidia. Bajo el lema “No ensucies la fiesta”, se editaron 500 carteles y 20.000 pegatinas. Con esta campaña de concienciación se trataba de evitar los posibles daños que pueden sufrir los toreros y los espectadores.

Monumento al encierro.- El día 5 de julio se instaló en el jardincillo central de la Avenida de Roncesvalles –en el tramo próximo a la Plaza de Toros- un monumento, en bronce patinado, dedicado al encierro. El conjunto escultórico, obra de Rafael Huerta Celaya, estaba compuesto por las figuras de dos corredores y un toro. Su presupuesto: 10 millones de pesetas. Su peso: 1500 kilogramos.
         Es necesario destacar que desde ese día el monumento ha gozado de un éxito total entre aquellas personas que se lo quieren llevar todo en su cámara de fotos. E igualmente es necesario destacar que este monumento años más tarde fue ampliado -tal y como se concibió en el boceto inicial- y desplazado unos metros.

Balón reivindicativo.- Media hora antes de lanzarse el chupinazo, desde la sede del grupo político Herri Batasuna –con balcones a la Plaza Consistorial- se lanzó un balón gigante hinchable con inscripciones en las que se pedía la dimisión del alcalde. El balón fue de un lado para otro hasta que el propio público lo desplazó fuera del espacio festivo.

75 aniversario de La Pamplonesa.- El día 9 de julio se concentraron en la Plaza Consistorial algo más de 200 músicos pertenecientes a las bandas de música de Tafalla, Tudela, Valtierra y Estella. En ese escenario interpretaron conjuntamente el popurrí “Ánimo pues” en homenaje a la banda municipal de Pamplona con motivo de su 75 aniversario.

El rey africano pierde la cabeza.- El gigante en cuestión perdió la cabeza el día 14 cuando acompañaba a la corporación a la función de la octava. Todo sucedió cuando el portador de la egregia figura tropezó con una silleta de niño que se cruzó en su camino, en la parte final de la calle Mayor. Se le hizo un arreglo provisional en la entrada de Teresianas; lo suficiente para desplazarse después hasta la estación de autobuses, en donde este año no pudo recibir los besos de los niños en su despedida.

Trabajadores anónimos.- A ellos dedicó este año el Hotel Maisonnave su programa festivo. “¿Quién no se acuerda de los portadores del Santo, la comparsa de Gigantes y Cabezudos, los pastores, los areneros, los mulilleros y todos aquellos que trabajan en San Fermín?”. Si señor, ya era hora de que alguien se acordase de todos estos colectivos.
         Completó el hotel su programa con “Los mediodías de Juan Posada”, “La tertulia de Las Campanas con Pablo Rada” y con sendas exposiciones de fotografía, de Larrión y Pimoulier, y de pintura, de Loren.

Bibliografía.-
·        AZPILICUETA, Luis – DOMENCH, José María. Sanfermines. 72 páginas. Gobierno de Navarra (Departamento de Industria, Comercio, Turismo y Trabajo). 1994. (Ediciones en castellano, francés, inglés y vascuence).
·        NOBEL GOÑI, José Luis.  Pamplona. Sanfermines: 24 tarjetas postales. Editorial Txertoa. San Sebastián, 1994.