LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMÍN 1904


         Ante la inminente llegada de las fiestas, el mismo 6 de julio “El Pensamiento Navarro” describía perfectamente la fauna humana que se iba a ver en las calles de Pamplona: “...Los organilleros del Ensanche, los vendedores ambulantes, los subastadores, los sacamuelas y limpiamanchas, con su sempiterna e inagotable charla, constituyen diversiones gratuitas... para todo el que es bastante filósofo para oirlas y marcharse sin soltar las perras. (...) Oiremos por centésima vez la historia de la enferma desahuciada por los médicos y curada súbitamente, casi resucitada, con el maravilloso elixir que se vende a dos reales el frasco...”. En fin, este era el ambiente de aquella época.

         “El Eco de Navarra”, igual que él el resto de los periódicos provinciales, llamó la atención sobre el inusual incremento de forasteros que las fiestas habían experimentado este año. La presencia de extranjeros era cada vez mayor; en los hoteles de la ciudad se alojaron el día 6 un gran contingente de forasteros, entre ellos muchos franceses, ingleses y alemanes. Y tampoco faltaron periodistas del otro lado del Pirineo, fundamentalmente franceses, entre quienes cabe citar a los críticos taurinos de periódicos como “L’Arens” (Marsella) y “La France” (Burdeos). Una revista inglesa habla de los sanfermines indicando que son las fiestas más famosas de España.

         Al margen del programa festivo, similar al de años anteriores, el día 6 estuvo marcado por la inauguración en los jardines de la Diputación Foral de una tómbola  a beneficio del asilo de ancianos de las Hermanitas de los Pobres.  El acto, y la tómbola, fue organizado por la Junta de Señoras.

         Las corridas de toros discurrieron sin ningún percance digno de mención, lidiándose toros de las ganaderías de Murube, Duque de Veragua, Cámara y del Conde de Espoz y Mina, cuyas suertes corrieron a cargo de Joaquín Navarro “Quinito”, “Bombita Chico” y “Machaquito”.
         La enfermería de la Plaza de Toros se montó este año con material de la Cruz Roja de Navarra, que llevaron allí el siguiente equipo: dos camas, dos camillas de mano, una camilla de ruedas, una mesa de operaciones, ambulancia de cirugía, botiquín de urgencia, un maletín de socorro a heridos y otro de ropas. Y la verdad es que vino muy bien todo este equipo sanitario, parece que intuían algo, porque el día 10, en el encierro protagonizado por los toros del Duque de Veragua se formó el primer montón de mozos en la historia de este acto taurino, con el resultado de numerosos heridos leves y algunos graves. El suceso tuvo lugar en la entrada al redondel.
         Tal vez alguno se sorprenda de este percance, sobre todo si ha visto los escasos documentos fotográficos que de esos años se conservan, en los que apenas se ven corredores. Este suceso es el resultado de la descripción que el lector ha podido leer del encierro en 1903, dando a entender que los corredores programaban su carrera con el fín de entrar corriendo al ruedo delante de los toros. Cabe pensar, por lo tanto, que la “masificación” de este tramo, obligó posteriormente a extender la costumbre de correr delante del ganado a otras partes del trayecto de la carrera.
         El suceso del día 10 hizo que la alcaldía recomendase, a fin de evitar desgracias, que en el momento de llegar los toros a la plaza no hubiese nadie en el redondel hasta que éstos no se metiesen a los corrales, pues sabido es que los toros no gastan bromas y dan serios disgustos.
         Otra anécdota en torno al encierro es la que sucedió el día 8, cuando al llegar los toros a la plaza la autoridad hizo notar que faltaba uno, el cual se había detenido en la cuesta de Santo Domingo, siendo retirado hábilmente por el hijo del carpintero que montaba el vallado hasta el corral; así pues, fue necesario hacer un segundo encierro con un solo toro.



PINCELADAS


Alcalde.- D. Salvador Ferrer y Galbete.

Horarios.- Encierro: 6 de la mañana. Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

Pandereto.- Este era el nombre de uno de los toros de la ganadería de Cámara. Algunos pamplonicas y forasteros tuvieron oportunidad de fotografiarle en los corrales. El hecho en sí no tendría mayor trascendencia si no fuese porque en las fotos aparecía el pastor sentado encima del toro, en unas, y agarrado al cuerno de éste, en otras.

Calor.- Según la prensa local el 9 de julio la temperatura en Pamplona alcanzó los 46 grados al sol. La cifra tal vez sea algo exagerada. En cualquier caso lo seguro es que fueron días muy calurosos. Un ejemplo claro, y gracioso, de ello es la crónica taurina de la corrida de prueba que publicó “El Pensamiento Navarro” el día 10; el periodista la hizo especialmente breve, y la acabó con la siguiente frase: “Y no tengo ganas de escribir más porque estoy convertido en chicharrón”.

Forastero sin cartera.- Durante las fiestas había cuatro agentes municipales con la única misión de localizar y detener a los ladrones. Por ejemplo: el día 9 detuvieron a tres carteristas cuando intentaban robar la cartera a un forastero que... no tenía cartera.

Sarasate.- Don Pablo, como en años anteriores, fue el protagonista de los conciertos matinales. Llegó el día 2 y se fue el día 13. Precisamente ese último día la ciudad vivió un pequeño movimiento sísmico que causó cierta alarma y ningún daño.

Extras.- La aglomeración de gente durante las fiestas forzaba a los cafés de la Plaza del Castillo, especialmente al Café Suizo, a reforzar su servicio trayendo camareros de otros puntos de España.



ENTRADAS PARA VER EL ENCIERRO