LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMÍN 1978

         1978 es, sin ninguna duda, un año muy especial en la larga historia de los sanfermines. Lo que pasó ese año no debemos de eludirlo; por el contrario, aprovechando que ya somos todos adultos –políticamente hablando-, debemos de afrontarlo, saber lo que pasó, y que este conocimiento y esa experiencia nos sirvan para que nunca más se repita una cosa igual ni mínimamente parecida.
         Para entender todo aquello en primer lugar es necesario situarse en aquél momento y en aquellas circunstancias políticas que vivía Pamplona en 1978, inmersa en pleno proceso de transición política. El origen de los incidentes que provocaron la suspensión de las fiestas hay que situarlo en una tarde del mes de mayo cuando un grupo de jóvenes asesinó en la calle Chapitela al subteniente de la Guardia Civil Juan Eseverri. A raíz de aquella acción hubo cinco detenidos que ingresaron en la cárcel de Pamplona. En los días previos a las fiestas la ciudad vivió jornadas duras con numerosas movilizaciones en petición de libertad para estos detenidos; estas movilizaciones acababan con graves enfrentamientos entre los manifestantes y efectivos de la Policía Armada.
         A las cinco y media de la tarde del día 3 de julio un grupo de ocho personas se encerró en el Ayuntamiento, iniciando una huelga de hambre, en demanda de amnistía para los presos políticos y en solicitud de libertad para los mencionados detenidos.
         En esos días fueron quemadas varias banderas españolas de las colocadas por el Ayuntamiento en varios puntos de la ciudad (por vez primera las banderas de Pamplona; Navarra y España estuvieron acompañadas de la ikurriña), y otro tanto sucedió con algunas ikurriñas.

         Así, con este preámbulo, comenzaron el día 6 las fiestas. La presencia de los huelguistas en el edificio consistorial obligó a lanzar el cohete desde el primer piso. No hubo invitados en los balcones.
         El riau-riau duró algo más de cuatro horas, pero, en contra de lo que podía esperarse, estuvo exento de incidentes. Esa misma noche un grupo de encapuchados intentó quemar una bandera española en la Plaza del Castillo, pero otro grupo de jóvenes les arrebataron la bandera y la depositaron en el Gobierno Civil.

         El día 7 la procesión estuvo más concurrida que nunca, y en ella, por vez primera en todo el siglo, estuvieron ausentes la compañía de honores del Ejército, la banda militar y el Gobernador Militar; y es que, también por vez primera, no habían sido invitados por el Ayuntamiento. Desde entonces ya no hay presencia militar en la procesión.
         A este cúmulo de anomalías hay que añadir el telegrama que envió el Ayuntamiento de Bayona anunciando que no acudiría a los actos del “Día de Bayona” hasta que la corporación pamplonesa no fuese el resultado de unas elecciones democráticas.

         El día 8 iba transcurriendo conforme al programa previsto. La corrida de toros estuvo protagonizada por los diestros Dámaso González, Antonio José Galán y José Luis Palomar, con reses de Fermín Bohórquez. Todo comenzó al morir el último toro; “...alrededor de cincuenta personas bajaron desde el tendido seis al ruedo, en donde desplegaron una pancarta verde en la que con letras blancas se leía: ‘Amnistía total. Presoak kalera. San Fermín sin presos’. Desde ese mismo tendido, y una vez extendida la pancarta, comenzaron a dar una vuelta al ruedo mientras en los tendidos las opiniones se dividían. Unos aplaudían y otros silbaban” (Dossier de la Comisión de peñas, pág. 7). A partir de ese momento desde algunos tendidos les arrojaban a los manifestantes abundantes almohadillas, e incluso algún botellín vacío, provocando este hecho que algunos de los que estaban en el ruedo subiesen hacia los tendidos iniciándose un enfrentamiento físico, todo ello en medio de gritos casi unánimes de ¡San Fermín! ¡San Fermín!.
         En ese momento se abrieron las puertas del callejón dando paso a las peñas txikis, y tras ellos irrumpían en el ruedo unos 40 agentes de la Policía Armada con material antidisturbios que, siguiendo las órdenes del comisario que estaba a su frente, cargó contra los manifestantes.
         A partir de ese instante se inicia el caos absoluto, primero en la Plaza de Toros, y después en el resto de la ciudad. Carreras, barricadas, turistas aterrorizados, pelotazos, piedras, gases lacrimógenos, familias divididas, policías que se emplean a fondo, manifestantes que también se emplean a fondo... y al final... un muerto, más de 200 heridos (10 de ellos de bala), 130 vehículos destrozados, comercios deshechos, calles vacías asoladas, ciudad fantasma... y fiestas rotas.

         El joven fallecido se llamaba Germán Rodríguez, miembro del grupo Liga Komunista Iraultzarako (L.K.I.). Apareció muerto con un disparo en la frente en la Avenida de Roncesvalles. “Dos de los agentes iban avanzando metralleta en ristre y pistola en mano hacia la Avenida Carlos III (...) Fueron cinco minutos de muerte. Uno de estos impactos alcanzó a Germán, que cayó herido de muerte...” (Dossier de la Comisión de Peñas, pág. 12).  “A propósito del muerto, la Policía jura por su Honor no tener en absoluto culpabilidad alguna al respecto. En efecto, la policía actuó en la Plaza de Toros sólo hasta las 21’00 horas; luego replegóse iniciando la defensa del Gobierno Civil a partir de las 21’15. El joven cayó muerto sobre las 22’00 horas, y la Policía Armada hasta las 24’00 horas no patrulló esa zona, con lo que es inadmisible e injusto cargar ese mochuelo a estas Fuerzas.” (Informe “Un circo romano” elaborado por un grupo de agentes de la Policía Armada que participaron en los hechos).

         Lo cierto es que las fiestas quedaron heridas de muerte, y lo que aún es peor, hubo una vida joven truncada.
         Después de dos días de luto, el día 11 el alcalde anunció desde el balcón consistorial que las fiestas quedaban definitivamente suspendidas.
         Hay que añadir también, en justa compensación, que si los sanfermines de 1978 son inolvidables para quienes los vivimos de cerca, también son inolvidables los sanfermines txikitos que vivimos en septiembre de ese mismo año que fueron, con su alegría, la primera expresión de ¡nunca más!. Que así sea.





PINCELADAS


Alcalde.- D. Jesús Mª Velasco

Horario.- Encierro: 8 de la mañana.  Corrida de toros: 6’30 de la tarde.

Chupinazo.- D. Juan Frommknecht

Madrinas.- El sábado día 1 se celebró en la Plaza de Toros un festival bajo el lema “Bai euskarari”, organizado por Euskaltzaindia, “Arturo Campión” y por las Peñas de Pamplona. En este acto, al que asistieron cerca de 10.000 personas, se colocaron los pañuelos de madrinas a las siguientes jovenes: Pili Sorell (San Juan), Milagros Fernández (Muthiko Alaiak), Raquel Lainez (Armonia Chantreana), Katy Arteaga (Anaitasuna), Alicia Barguilla (Oberena), Mª Asun Migueltorena (Los de Bronce), Mercedes Mañeru (La Jarana), Zulema Larripa (Alegría de Iruña), Maite Hermoso de Mendoza (La Única), Juana Mª Urra (Aldapa), y Sagrario Nagore (Irrintzi).
         Fue elegida presidenta de honor la joven Goya Galera (El Bullicio).
         Durante este acto un colectivo feminista exhibió una pancarta con el texto “No a las madrinas”.

“El Chico de Olite”.- El famoso doblador del encierro Pedro Cháverri “El Chico de Olite”, que venía desempeñando esta labor en el coso pamplonés desde 1929, por vez primera desde entonces no estuvo presente este año entre el equipo de dobladores.

Doctor Armendariz.- Quien tampoco estuvo presente, por vez primera desde varias décadas atrás, fue el doctor Juaristi, jubilado el año anterior en su cargo de responsable del equipo médico de la enfermería de la Plaza de Toros. Su sucesor, que debutó este año en el cargo, fue el doctor Armendariz.

Toreros y ganaderías.-  En la novillada del día 6 pudo verse a los diestros Curro Cruz, Pepe Luis Vargas y Emilio Muñoz, ante reses de Diego Romero.
         Los días 7 y 8 el público tuvo oportunidad de ver a los matadores Dámaso González, José Luis Galloso, Roberto Domínguez, Antonio José Galán y José Luis Palomar, frente a morlacos de las ganaderías de Hdros. de Pablo Romero y la de Fermín Bohórquez.
         Si las fiestas no se hubiesen suspendido habrían desfilado por el coso pamplonés matadores de toros como Manolo Cortés, Francisco Ruiz Miguel, Julio Robles, Santiago Martín “El Viti”, Paco Alcalde, Ángel Teruel, Manzanares, “El Niño de la Capea”, Francisco Rivera “Paquirri”, y “Frascuelo”. Así como las ganaderías de Hdros. de Salvador Guardiola, Antonio Pérez, Cesar Moreno, Hdros. del Conde de la Corte, Marqués de Domecq, y Eduardo Miura.

¿Qué pasó con la huelga de hambre?.- Es esta una pregunta que se hace ahora mucha gente. Y es que los incidentes, desde el punto de vista informativo, eclipsaron totalmente el eco que tuvo aquella acción que se inició el día 3 en el edificio consistorial.
         Los huelguistas, fieles a sus exigencias, permanecieron encerrados en huelga de hambre hasta el día 16 de julio, fecha esta en la que abandonaron el Ayuntamiento para ser trasladados a un centro hospitalario en el que se les hizo un reconocimiento médico de su estado de salud.

Bibliografía.-
·        BAROGA, José Mª. Eternos Sanfermines. 271 páginas. Edit. Navasal. Pamplona, 1978.
·        CAMPO, Luis del.  Historia trágica del encierro. Pamplona, 1978.