LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMIN 1914

         Se esperaba con verdadera ansiedad la llegada de Juan Belmonte, el diestro de Triana que estaba revolucionando el mundo de los toros. Hacía tiempo que no había tanta expectación y, a la vez, tanto temor por la llegada de un torero. El temor, más que justificado, estaba basado en la posibilidad de que pudiese resultar cogido en alguna de las corridas previas a los sanfermines, imposibilitando esto su presencia en nuestras fiestas. Todo dependía, finalmente, de que el día 4 no tuviese ningún percance importante en Zaragoza. Y la fortuna le acompañó. El mismo día 5 “El Pensamiento Navarro” exteriorizaba en sus páginas el alivio de los aficionados pamploneses: (Belmonte) aunque no tuvo gran suerte, por lo menos sacó intacta la pelleja, que es lo que principalmente nos interesa.
         No podemos decir lo mismo de Gallito que, estando anunciado, tan sólo unos días antes cayó del cartel pamplones tras ser cogido por un toro. El morlaco le dio un puntazo en el muslo derecho y le rompió una de las clavículas; suficiente para tenerlo apartado de los ruedos durante unas cuantas semanas. En Pamplona la Comisión de Fomento tuvo que apresurarse a buscarle sustituto, decidiéndose, después de no pocas gestiones, que el diestro Madrid le sustituyese los días 7, 9 y 11, Gaona el 8, y Belmonte el 10. Mazzantinito, previsto para la corrida del día 12, también quedó fuera del cartel a última hora.
         En seis días se torearon 34 toros, pertenecientes a las ganaderías del Marqués de Villagodio, Anastasio Martín, Concha Sierra, Palha y la ganadería tudelana de los Sres. Hijos de Alaiza. Ni que decir tiene que Belmonte no defraudó.


         Al margen del aspecto taurino las fiestas transcurrieron con normalidad. La capilla de San Fermín estuvo, como siempre, muy concurrida. Los pamploneses no olvidaban que nuestro santo obispo era el eje central de la fiesta, la causa de tanto festejo. Iba por él.
         En las calles hubo una novedad importante; el mismo día 6, tras el disparo de chupinazos y el repique de campanas los chunchuneros y dantzaris de Tolosa desfilaron por las calles de la ciudad, contribuyendo al regocijo popular, ejecutando la clásica  karrika dantza. Participaron también en la procesión, siendo en el siglo XX el primer grupo de dantzaris que lo hacía; y amenizaron todos los días de fiestas, durante horas, las calles de la vieja Iruña. Llamaron poderosamente la atención de propios y extraños por su vistosa indumentaria, justificada por ser chunchuneros y danzaris municipales del ayuntamiento de Tolosa. Habían participado en las fiestas del año anterior pero, desprovistos del protagonismo que tuvieron en éstas, pasaron totalmente desapercibidos.

         Otra novedad en las fiestas de este año fue la instalación en la Plaza del Castillo de una taquilla nueva, con cuatro ventanillas, que sustituyendo a la colocada en 1908, servía para el despacho de billetes (entradas de toros) y poniendo punto final a la dispersión de puntos de venta que padecía el aficionado en los últimos ocho años. Las nuevas taquillas, por su estética, se hicieron merecedoras de justificados elogios. Las instrucciones para su uso eran muy sencillas: No tomará antes el billete el que tenga más fuerza o más descaro, sino el que antes haya llegado.

         Curioso era el dato, y sírvanos de consuelo, que para el día 8 habían sido sancionados ya catorce individuos por hacer aguas en el callejón del Teatro, fuera de los urinarios. ¡Si viesen ahora el río Chapitela!.
        
Año 1914.- La hora de la merienda en la Plaza de Toros (Foto: Roldán)


PINCELADAS

Alcalde: D. Alfonso Gaztelu.

Horario.- Encierro: 6 de la mañana. Corrida de toros: 6’30 de la tarde.

Seguridad y delincuentes famosos.- Las fiestas de San Fermín atraían, desde hace años, a todo tipo de delincuentes, fundamentalmente carteristas. Frente a ello, la autoridad gubernativa se esforzaba en garantizar a los forasteros, y a los no forasteros, una relativa seguridad.
         Para este año la Dirección General de Seguridad reforzó la vigilancia trayendo a Pamplona, desde Madrid, a un inspector y a ocho agentes de la brigada móvil de vigilancia. Esta medida permitió detener a muchísimos indocumentados y gente maleante. Entre los detenidos figuraban 31 carteristas, conocidos y fichados en toda la geografía española, destacando por su profesionalidad algunos tan famosos como el Got, el Rubio, el Antoñico (de Vigo), el Malagueño, el Padilla, el Rubín, el Valencia, el Jiboso, el Menudo, y el Besugo, entre otras celebridades.

Churros y anís.- Después del encierro se soltaban las vaquillas emboladas, y finalizadas éstas –así lo ordenaba la tradición- el público se trasladaba a las churrerías, instaladas en el campo del Ensanche, consumiendo muchos kilómetros de la sabrosa pasta, y no pocos garrafones de anís.

Chunchuneros en la Plaza del Castillo.- Por las tardes, a modo de espectáculo alternativo a la corrida, el público pamplonés tenía oportunidad de escuchar a los chunchuneros en la Plaza del Castillo. Era ya costumbre que, durante varias horas,  diferentes bancos de la plaza sirviesen de escenario; en cada banco se subía un chunchunero con su txistu y su tamboril, ante quienes la gente moza y humilde se entretenía bailando.

Programa de fiestas comercial.- Además del programa de fiestas oficial, se hizo un programa comercial (con publicidad), impreso en Madrid y editado por el pamplones Juan Goñi Eguinoa. En la portada, a todo color, figuraban las Dos Hermanas, de Irurzun, saliendo el tren de un tunel. Se notaba que el Plazaola había iniciado este año su andadura.