LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMIN 1920


         Algo se movía en la ciudad. Algo estaba cambiando. No hay más que fijarse en las vísperas; pues en tan sólo dos años se había pasado de prohibir corear el Vals de Astrain a ver este acto como un síntoma saludable de participación popular. Por fin los mozos podían corear tranquilamente, sin miedo a sanciones, la popular pieza titulada “El seis de julio”. Por fin, la alegre mocina podía entonar su ¡riau riau!. Estas dos palabras habían dejado de ser una falta de respeto. En aquellas vísperas, soportando aquél primer ¡riau riau! autorizado, participó una nueva banda de música, de carácter civil, que se hacían llamar La Pamplonesa.

         La Plaza de Toros de Pamplona seguía proclamando en silencio que se había quedado definitivamente pequeña. De hecho, este año, todos los días se quedaban varios cientos de personas sin poder entrar a las corridas ni al encierro.
         Del cartel previsto en el programa acabaron descolgándose Belmonte y Malla. El segundo de ellos, el día que tenía que haber toreado, ya llevaba varios días enterrado, víctima de los riesgos de su profesión.
         Los matadores que acudieron a Pamplona, con sus respectivas cuadrillas, fueron: Rafael Gómez Gallo, Manuel Varé Varelito, Ignacio Sánchez Mejías, Diego Mazquiaran Fortuna, Valencia y Domingo González Dominguín. Lidiándose toros pertenecientes a las ganaderías del Conde de Santa Coloma, Albarrán, Villar hermanos, Cándido Díaz y Félix Moreno; repartidas en cuatro corridas y una de prueba.
         Sin ninguna duda Ignacio Sánchez Mejías fue el gran triunfador. El día 7 a su primer toro le cortó las dos orejas y el rabo, saliendo a hombros por la puerta grande. Y a hombros también salió el día 9.
         En el otro lado de la balanza se situó el Gallo, quien el día 8 recibió una sonora y monumental bronca del público pamplonés al ordenar la presidencia que se retirase el toro que él estaba “lidiando”; después de entrar a matar, y de intentar cuatro veces el descabello, el toro estaba tan vivo como al salir de los toriles.

         Al margen de los acontecimientos taurinos, no se puede dejar de mencionar la llegada a Pamplona el día 10, de la famosa Banda Municipal de Portugalete, que fue agasajada con un extraordinario recibimiento popular. Esta banda participó el día 12 en la Plaza de Toros, junto con La Pamplonesa y el Orfeón Pamplonés, en el Gran Festival Popular.
         El día 13, y también en la Plaza de Toros, se celebró una sesión extraordinaria de circo, uniéndose en un solo espectáculo dos importantes compañías. En el transcurso de este acto los espectadores fueron testigos de excepción de un extraordinario combate de lucha greco-romana en el que el león navarro Javier Ochoa venció al campeón de Guipúzcoa, Isidoro Eltzekondo.
         Las ferias de ganado, y el recinto ferial, estuvieron tan animados como siempre. Y Manuel Oroquieta (e hijo) deleitaron a los pamploneses, igual que lo hacían todos los años, con vistosas colecciones de fuegos artificiales.


PINCELADAS

Alcalde.- D. José María Landa.

Horario.- Encierro: 6 de la mañana.  Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

Aviación.- Durante las fiestas de este año lo más aventureros pudieron beneficiarse de los llamados viajes aéreos de recreo. Montados en un biplano, y saliendo desde el campo de Ainzoain, fueron numerosos los pamploneses que tuvieron oportunidad de sobrevolar la ciudad y elevarse como nunca hubiesen soñado.

La Pamplonesa.- Por vez primera en la historia de los sanfermines Pamplona cuenta con su propia banda de música. Se llaman La Pamplonesa, y los dirige don Silvanio Cervantes. Dieron su primer concierto el 8 de julio, al mediodía, en el bosquecillo de la Taconera, y participaron todos los días en las dianas, igual que lo hacían otras bandas militares, dulzaineros y txistularis. La prensa, y la ciudad entera, se deshizo en elogios hacia la nueva banda, augurándoles un gran futuro.

León Salvador y los comerciantes.-  Todos los años, al finalizar las fiestas, el popular charlatán León Salvador obsequiaba a los pamploneses bien con una colección de fuegos artificiales, bien con un concierto, o bien con ambas cosas, dejando en la ciudad el beneficio obtenido en sus ventas.
         Pero León Salvador era, ante todo, un charlatán de feria, y mientras trabajaba no dejaba títere con cabeza, llegando a provocar las iras de los comerciantes, centro habitual de sus críticas.
         El Ayuntamiento, presionado por éstos, concedió este año el permiso de venta ambulante a León Salvador no sin antes advertirle que toda frase, no solamente injuriosa, sino simplemente molesta que profiera, en el ejercicio de su industria, para el comercio de Pamplona, además de ser corregida severamente, producirá en el acto la caducidad de la concesión del permiso.
         Al acabar las fiestas, el vendedor de relojería y bisutería no obsequió a la ciudadanía con fuegos ni con música; pero... aún hizo algo mejor: León Salvador se dirigió a la alcaldía y depositó en ella sus beneficios obsequiándolos, como generoso donativo, para la Beneficiencia municipal.

Programa comercial.- Por cuarto año consecutivo el periodista local Angel Saiz Calderón editó una guía-programa de las fiestas de San Fermín con anuncios, reportajes y fotografías.
         El programa oficial, por vez primera en su historia, fue este año cuando incluyó fotografías en su interior.

II Congreso de Estudios Vascos.-  Empalmando con el último día de las Ferias de San Fermín, Pamplona acogió la celebración del II Congreso de Estudios Vascos. El día 18 en el acto de apertura estuvo presente, en representación del Gobierno de la nación el Ministro de Gracia y Justicia. El día 25 la clausura del acto corrió a cargo, nada menos, que del rey Alfonso XIII.