LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMÍN 1884

El año de 1884 está escasamente documentado; apenas hay reseñas periodísticas descriptivas, y la documentación existente en el Archivo Municipal de Pamplona es sensiblemente inferior a la de los años anteriores y posteriores. Y no hay que olvidar que en estos años el programa de fiestas, del que sí disponemos, en algunos aspectos –principalmente el taurino- no dejaba de ser una declaración de intenciones.
Así pues, las fiestas comenzaron este año a las cuatro y media de la tarde del 6 de julio con la celebración de las solemnes vísperas en la capilla de San Fermín, a las que acudió la Corporación Municipal en la forma acostumbrada, es decir, precedida de los maceros, alguaciles, clarines y timbales, gigantes y cabezudos, y los dulzaineros “y música del pueblo”.
Tampoco faltó la procesión de San Fermín a las diez de la mañana del día 7; y la participación del Ayuntamiento el 14 de julio en la octava de San Fermín completaba las celebraciones religiosas. Obsérvese que las vísperas, la procesión y la octava, son el denominador común de las fiestas de San Fermín durante siglos, junto con las corridas de toros, los gigantes y cabezudos, los fuegos artificiales, y el toro de fuego (o zezenzusko).

Las corridas de este año se celebraron los días 7, 8, 9 y 10; reforzándose la programación el día 9 a la mañana con la corrida de prueba, a las nueve de la mañana. Las ganaderías presentes fueron las del Duque de Veragua (Madrid), seis toros con divisa encarnada y blanca; la de Lizaso Hermanos (Tudela), seis toros con divisa blanca y verde; la de la Viuda de Zalduendo (Caparroso), nueve toros con divisa encarnada y azul; y la del Conde de Espoz y Mina (Pamplona, antes Carriquiri), seis toros con divisa encarnada y verde. 27 toros en total, que fueron lidiados por los diestros Francisco Arjona Reyes (a) Currito, Fernando Gómez (a) Gallito Chico, y Valentín Martín.
Por vez primera en muchos años desaparecía oficialmente del programa la ganadería de don Nazario Carriquiri, absorbida este año por el Conde de Espoz y Mina, que fue quien le dio continuidad.

De los tradicionales conciertos matinales, una vez más, el gran protagonista fue el violinista Pablo Sarasate, que participó en los cuatro conciertos que organizó en el Teatro Principal la Sociedad de profesores de Santa Cecilia.
En ese mismo teatro actuó, igualmente, la compañía de zarzuela dirigida por el barítono Maximino Fernández. Y mención obligada merece también la actuación de la funambulista pamplonesa Remigia Echarren Urdiain.

Desde la localidad guipuzcoana de Villafranca, don Antonio Lecuona dirigió una propuesta al Ayuntamiento de Pamplona para celebrar en esta ciudad, durante las fiestas un certamen “recordando los uso y costumbres antiguos, y glorias adquiridas por los hijos del país vasco-navarro”. Se trataba de unas danzas que finalmente fueron interpretadas el día 12 de julio, en la Plaza de Toros, por doce muchachos que bailaron “varios zorzicos diferentes, así como varias evoluciones con palos, o sea, makillas, broqueles de espata dantza, el árbol de las cintas, y otros diferentes”.




PINCELADAS


Alcalde.- Joaquín García y Echarri

Horarios.- Encierro: 6 de la mañana; Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

Sin fuegos artificiales.- La colección de fuegos artificiales, según el programa de fiestas, estaba prevista que se quemase este año el día 7 de julio, a las nueve de la noche, en la Plaza de la Constitución (Plaza del Castillo). La pirotecnia encargada de tal evento fue la de Ciriaco Berástegui, que llevaba varios años encargándose de ello. Pero la realidad es otra; y es que el día 7 cayó una importante tormenta a la hora de los fuegos, inutilizando buena parte de los armazones y carcasas. Durante el día 8 se hizo un esfuerzo importante por reparar todos los desperfectos para poder echar los fuegos esa noche. Y la fatalidad quiso que por segundo día consecutivo apareciese la lluvia de nuevo a esa hora, y con bastante más fuerza que el día anterior, lo que inutilizó totalmente la colección de fuegos, y también la posibilidad de recopilar material para crear una colección nueva para esas fiestas. Todo ello fue corroborado y certificado al Ayuntamiento de Pamplona por el pirotécnico donostiarra Justo Esnaola.

12.000 bombillas de gas.- Otra de las novedades de este año fue el esfuerzo que se hizo por convertir el Paseo de Valencia (actual paseo de Sarasate) en uno de los espacios protagonistas de la fiesta. Para que así fuese el Ayuntamiento colocó en este paseo nada menos que 12.000 bombillas de gas, “ofreciendo un brillante aspecto por su artística colocación”.
Todo el Paseo de Valencia estuvo repleto de tiendas que, formando calles, se colocaron en toda la extensión del paseo. En esas tiendas podía encontrarse tejidos, bisutería, quincalla, y otros muchos objetos. Estas tiendas se arrendaban por una módica retribución a la Casa de Misericordia.

Trenes especiales.- Tal y como se venía haciendo en años anteriores, la Empresa del Ferro-Carril del Norte, estableció trenes especiales para poder venir a las fiestas, rebajando el precio de los billetes “para facilitar la mayor concurrencia de forasteros”.

Retreta militar.- A las nueve de la noche del día 11 de julio tuvo lugar una gran retreta militar en la Plaza de la Constitución. Participaron en ella las músicas y bandas de cornetas de todos los Cuerpos del Ejército que guarnecían la plaza de Pamplona. Culminó esta retreta con varias piezas musicales que fueron interpretadas desde el templete que se colocó en la plaza.

Trabajos fantasmagóricos.- En el recinto ferial una de las novedades curiosas de estas fiestas fue un espectáculo a base de trabajos fantasmagóricos que nunca hasta entonces se habían visto en los festejos públicos. Sus promotores, los señores Delgado y Pliego, la ofrecieron al Ayuntamiento de Pamplona como “una diversión muy grata, moral, recreativa y científica”.