LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMÍN 1935

         Un año más, y una vez más, resulta necesario encuadrar el desarrollo de las fiestas dentro del escenario político de aquellos años de aconfesionalidad institucional.
         El mes de julio comenzaba este año en Pamplona con el anuncio, desde el Gobierno Civil, de que se había impuesto una multa de 500 pesetas al Ayuntamiento, y otro tanto a la Diputación, por haber colocado colgaduras en sus balcones durante el día del Sagrado Corazón de Jesús. Entendía el Gobierno central que este gesto de las instituciones navarras atentaba contra el artículo 3º de la Constitución, aquél que decía que el Estado no tiene Religión oficial.
         Además del malestar que creó a nivel general esta intromisión del Estado, era precisamente este soporte legal el que hacía que en Pamplona, aún habiendo un Ayuntamiento de mayoría católica, éste no pudiese organizar, ni participar como tal, en ningún acto religioso.

         Así se entiende que durante las vísperas de este año la mayoría de los concejales aguardasen en la iglesia de San Lorenzo, en traje de calle, la llegada de la mocina que a las cuatro y media había salido desde la Plaza Consistorial, con el acompañamiento musical de “La Pamplonesa”, recorriendo toda la calle Mayor a ritmo de “Vals de Astrain”, en ¡riau riau! festivo-reivindicativo.

         Dentro, también, de todo este ambiente hay que situar la polémica entre el consistorio pamplonés y algunas peñas a las que el Ayuntamiento había eliminado la subvención por entender que su participación en las fiestas alentaba comportamientos e indumentarias poco acordes con las mismas. Este incidente motivó que algunas peñas no saliesen a la calle durante estas fiestas en señal de rechazo a la actuación municipal; la ausencia más sentida fue la de la Peña “La Veleta”.
         Supliendo la inactividad de estas peñas, adquirió ese año gran protagonismo la Peña “Muthiko Alaiak”, fundada por don Ignacio Baleztena, compuesta íntegramente por jóvenes carlistas, y bien vista por el Ayuntamiento de Pamplona, de mayoría católica. Es así como los “muthikos” trabajaron este año sin descanso para que no se notase la ausencia de esas otras peñas que, de alguna manera, representaban a otra ideología. El local de la Peña “Muthiko Alaiak” era el de la Juventud Carlista.
         Cabe decir que la salida a la calle de esta peña tenía un claro contenido político, de rechazo a la Constitución atea del poder central. Así lo entendía también la mayoría católica de Pamplona, para quienes el paso de esta peña no causaba indiferencia, permitiéndole siempre desfilar por las calles de la vieja Iruña entre vítores y ovaciones. De hecho, y por vez primera, una peña sanferminera conseguía arrastrar detrás de su pancarta y de sus músicos a una gran multitud de pamploneses y de forasteros. Y nada de aconfesionalidad, sino todo lo contrario; la mañana del día 7, después del encierro, desfilaron los “muthikos” hasta la iglesia de San Lorenzo, en donde oyeron misa y acompañaron al santo en su día grande. Lo mismo hicieron el día de la octava

         Pero la tragedia no vino este año de la mano de la política (eso lo conocimos después), sino de los toros. Sucedía esto en el transcurso del encierro del día 10 de julio, cuando al llegar los toros de doña Carmen de Federico al ruedo pamplonés, tuvo uno de ellos el trágico capricho de embestir contra un joven donostiarra que jugaba a torero, desconociendo que con los toros no se juega. Así pues, el joven Gonzalo Bustinduy y Gutierrez de la Solana, militante tradicionalista para más señas, resultaba gravemente corneado por uno de los morlacos. Tras su paso por la enfermería de la plaza, y por la Clínica de San Miguel, el muchacho fue trasladado a San Sebastian en donde falleció esa misma tarde, a las seis y media. Carlistas y tradicionalistas pamploneses le dedicaron una misa en la iglesia de San Nicolás el día 14.

         La feria taurina de este año, a juicio de los entendidos, fue buena. El cartel era inmejorable. El periódico donostiarra “La Constancia”, hablando de la feria pamplonesa, publicaba lo siguiente: El que quiera puede pedir más, pero él verá de dónde y cómo lo saca, ya que es materialmente imposible el poder aportar al cartel de Pamplona ningún otro valor, por la sencilla razón de que están incluidos todos los actuales.
         Estuvieron: Joaquín Rodríguez Cagancho, Manuel Mejías Bienvenida, Luis Gómez El Estudiante, Luis Castro El Soldado, Vicente Barrera, Victoriano de la Serna, Lorenzo Garza, Marcial Lalanda y Cayetano Ordóñez El Niño de la Palma. Toreándose reses de las ganaderías de D. Rafael y D. Leopoldo L. De Clairac (antes Parladé), D. Pedro Fernández Durán (antes Marqués de Guadalest), D. Juan Terrones (antes Contreras) y Dña. Carmen de Federico (antes Murube).
         El día 14 se celebró una corrida extraordinaria, organizada por el Comercio de Pamplona, en la que se lidiaron seis toros de la ganadería de Pérez Tabernero, a cargo de los diestros Armillita, Ortega y Curro Caro.

7 de julio de 1935 - Los gigantes en la Plaza Consistorial

PINCELADAS

Alcalde.- D. Tomás Mata

Horario.- Encierro: 7 de la mañana. Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

Programa oficial de fiestas.- El Ayuntamiento lo sacó a la venta el día 28 de junio. Desde el consistorio se informaba a los medios de comunicación que la demanda de programas, incluso desde el extranjero, era muy grande.

Siete pesetas por llevar a los gigantes.- Durante el pleno municipal celebrado el 28 de junio, el Ayuntamiento aprobó la solicitud del personal de la comparsa de Gigantes y Cabezudos en la que pedían que se les abonase un jornal de 7 pesetas.

Torero sentado.- Hubo un indio muy famoso que pasó a la historia con el sobrenombre de "Toro sentado". Pues bien, estos sanfermines vimos en el ruedo algo inédito; a aquél matador de toros podríamos llamarle "torero sentado".


Se trataba del diestro Víctoriano de la Serna, -que compartía terna con con los mejicanos Lorenzo Garza y El Soldado- y sucedía esto el 9 de julio. Esa tarde el afamado torero protagonizó una escena curiosa al sentarse, no en una silla, sino en la propia arena, y en esa postura darle unos pases al morlaco de la ganadería de Terrones (antes Contreras).

Culto a San Fermín.- El domingo 30 de junio el párroco de San Lorenzo habló claramente a sus feligreses sobre el aspecto económico de lo que supone el culto a San Fermín, agravado desde que se retiró la consignación municipal para sostenerlo. Hizo historia recordando cómo en 1932 se hizo una suscripción popular cuyo resultado cubrió sobradamente los gastos de aquél año, donándose a la Beneficiencia la cantidad que sobró; en 1933 también se hizo una sucripción, aunque no con carácter público (sin publicidad en la prensa), con lo que la cantidad recaudada no llegó a cubrir los gastos; en 1934 lo recaudado todavía fue inferior a lo del año anterior, arrastrándose un importante déficit que sobrepasaba las 2.500 pesetas.
         Pese a esta situación el párroco anunció a sus feligreses que en estos sanfermines de 1935 se celebrarían cultos igual que en años anteriores, pero advertía, y llamaba la atención sobre ello, que existía la posibilidad de que el próximo año, si no se tomaban medidas, no habría otro remedio que suspender los cultos.

Club Larraina.- Los días 6 y 9 de julio, de once de la noche en adelante, se celebraron verbenas dedicadas a los socios y sus familias. Los forasteros interesados en asistir debían adquirir en la entrada a este campo una tarjeta que costaba 15 pesetas.
         El día 11, a partir de las seis de la tarde, se celebró un “the-danzant”; y los que no eran socios pudieron acudir a este espectáculo después de abonar las 5 pesetas que costaba la entrada.

“Vida Navarra”.- El 3 de julio salió a la venta la revista sanferminera “Vida Navarra”, que se editó durante estos años al llegar las fiestas. Costaba 3 ochenas.

Cine sonoro.- Los días 6, 8 y 10 de julio hubo cine sonoro gratuito en la plazuela de la Alhóndiga.

Gamberros.- Durante la noche del 7 al 8 algunos gamberros rompieron todos los lavabos de los retretes del ferial.




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