LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD

FIESTAS DE SAN FERMÍN 1911
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         El encierro de los toros había adquirido ya la suficiente popularidad como para protagonizar el cartel de las fiestas de este año.

         Pero este año vamos a acercarnos a su principal protagonista, un protagonista que no tenía prestigio internacional... ni era famoso... ni tan siquiera protagonizó grandes titulares en la prensa local. Se trata del viejo chunchunero Francisco Javier Echeverría Navarlaz (ver 1908 y 1910), un gitano que, con sus arcaicos instrumentos musicales se vino andando durante más de setenta años desde su pueblo, Linzoain (estuvo también domiciliado en Esquiroz y en Tafalla), hasta Pamplona para acompañar musicalmente a los gigantes en sus desfiles sanfermineros. Para los chiquillos, y también para los mayores, era una figura emblemática. ¿Desde cuando acompañaba el tío Javier a los gigantes?, como mínimo desde 1848, que es cuando empieza a aparecer en la relación de músicos contratados por el Ayuntamiento.
         Javier Echeverría, nexo de unión de la comparsa anterior y de la actual, fallecía casualmente en el transcurso de los sanfermines de 1911 en una sala del Hospital Provincial. Ha sido el primer año en que Echeverría no ha podido asociarse a nuestro júbilo en las fiestas, y como si no pudiera soportar el peso de la ausencia, como si los cohetes y las músicas oídas en cercana lejanía desde el lecho del dolor le traspasaran el alma, Echeverría a muerto a una con las fiestas, escribió un cronista local.

         Pero al margen de esta nota necrológica las fiestas de aquél año discurrieron conforme a lo programado. La procesión tan solemne como de costumbre... los paseos estuvieron animadísimos... las churrerías, los bailes, las barracas, los cafés, todos rebosaron animación y alegría... la Compañía teatral de Lara estuvo tan brillante como siempre... los zezenzuskos y las películas del cinematógrafo gratuíto hicieron las delicias del público... los fuegos artificiales seguían siendo uno de los platos fuertes de la época... los conciertos matinales... el Juego Nuevo de la Pelota... el Festival de la Jota... los gigantes y los cabezudos... y, por supuesto, todo aquello que giraba en torno a la figura del toro.

         En las barracas hubo este año un personaje nuevo, y que dio mucho de qué hablar. Era un individuo que lo mismo se tragaba sables, que huevos enteros, que bolas de billar. Por cierto, que el tío se anuncia de una manera original; para hacer ver lo estupendo que es su cuerpo, advierte que su cadáver está ya comprado para un museo. ¡Que macabro!, ¡qué ganas de mentar la bicha!, criticaba un periodista.

         Pero si algo hubo realmente anecdótico este año fue el encierro del día 8, que llegó a durar una hora y cinco minutos; todo ello porque uno de los toros, después de llegar al redondel de la plaza, se negaba a entrar al corral. Los pastores navarros se emplearon a fondo, y fue necesaria también la colaboración de los mayorales de las ganaderías de Palha y Parladé. El público admiró durante una hora la labor de estos profesionales sin moverse de sus asientos y, cuando a las siete y cinco minutos consiguieron que el animal entrase a los toriles, el público tributó a los pastores una gran ovación con la que quisieron premiar el esfuerzo realizado.
         Por cierto, este año  se estrenaron en Pamplona los pablo-romeros.



PINCELADAS

Alcalde.- D. Joaquín Viñas.

Horario.- Encierro: 6 de la mañana. Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

Vals de Astrain.- Se desconoce la fecha en la que se empezó a interpretar esta pieza musical en las vísperas. Únicamente se sabe que ya en el año 1909 esta pieza se tocó. Sin embargo, resulta curioso cómo el periodista de “El Pensamiento Navarro” al publicar el 7 de julio de 1911 su crónica de las vísperas celebradas el día anterior dice: (...) oímos el típico Vals de Astrain con que ameniza la banda de música el paseo triunfal de nuestra corporación por la calle Mayor. Debe de interpretarse, cuando dice típico, que estamos ante una pieza musical que tiene ya una cierta solera en este acto, aparentemente muy anterior a 1909.

Atropello real.- Llegó a decir un periódico, a modo de noticia, que en la Plaza del Castillo había varios automóviles, por lo menos hay dos o tres. Ciertamente que no eran muchos, pero suficientes para protagonizar un curioso suceso: el día 8 un automóvil arroyó a la reina mora de la comparsa consiguiendo derribarla.

La Tempranica.- Se trataba de una rondalla pamplonesa que se dedicaba a amenizar las fiestas. Estaba dirigida por don Pablo E. Luna.

León Salvador.- Aunque las fiestas ya estaban finalizadas el día 16 hubo dianas, fiesta taurina, gran partido de pelota, fuegos artificiales, paseo en el Boulevard de Sarasate y jotas en la Plaza del Castillo. La mayoría de estos actos fueron sufragados por don León Salvador, a quien las damas de la ciudad ese mismo día proclamaron protector de niñas casaderas.
         León Salvador fue paseado a hombros de algunos admiradores por la Plaza del Castillo mientras la multitud prorrumpía en exclamaciones de entusiasmo.