LOS SANFERMINES QUE HA VIVIDO EL GRAN HOTEL LA PERLA

DESDE 1881 HASTA LA ACTUALIDAD


 FIESTAS DE SAN FERMÍN 1910

         Pamplona, y también Navarra entera, andaba en los días previos a los sanfermines un poco revuelta. El motivo no era otro que las actuaciones anticlericales que recientemente estaba teniendo el Gobierno central de Canalejas. El día 3 de julio la Catedral de Pamplona se veía abarrotada de fieles, en torno a su obispo, participando en una función religiosa de desagravio. En días posteriores numerosos ayuntamientos de toda Navarra se adhirieron a esta movilización de protesta.

         En medio de todo este ambiente se inician el día 6 las fiestas, a las doce del mediodía, con el disparo de chupinazos, a la vez que se echaban a vuelo las campanas de la ciudad. Esa misma tarde se celebraron las vísperas con la participación del Ayuntamiento; precedieron a la corporación los gigantes y cabezudos y todos los chiquillos de Pamplona, y le acompaña la música de la Constitución y gran número de pamplonicas y forasteros –describía un periódico local-. Los gigantes se situaron en los jardines de la Taconera para esperar a su compañero el “Gargantúa”, el cual hizo su aparición a las cinco y cuarto delante del portal de la Taconera. En la plaza Consistorial merendó tres panes, un atún, un cerdo, un queso y la mar de chiquillos y grandes. Los gigantes están tan mal trajeados que parece han venido por la carretera y con carta de socorro.

         “Gargantua”, el vizcaíno, fue para los niños el gran atractivo de las fiestas. Pero no fue ésta la única novedad de aquél año. Por vez primera en muchas décadas se celebraban grandes corridas de toros sin la presencia de ganaderías navarras... y sin toros en el Sario. Era indudable que la fiesta estaba evolucionando.
         Otra novedad importante fue el concurso de foot-ball organizado por el Pamplona Foot-Ball Club; una especie de liguilla que se celebró en el Campo del Ensanche. En un primer momento se anunció la participación de la Real Sociedad de Foot-Ball, de San Sebastian, quien el año anterior había ganado la liga española. Pero lo cierto es que al final solo jugaron tres equipos: el Racing Club (Irún), el Sporting Club (Irún) y el local Pamplona Foot-Ball Club. El Sporting Club se llevó la copa y 500 pesetas de premio.


1910.- Liga sanferminera de foot-ball en el campo del Ensanche

         El cartel taurino anunciaba para este año la presencia de Bombita, Machaquito, Cocherito y Pepete. Pero a Bombita le pasó lo que a la Real Sociedad de Foot-Ball, que no vino, con el consiguiente bochorno para la Comisión de Fomento, quienes solucionaron el entuerto sustituyéndole en la primera corrida y en la de prueba por Guerrerito, en la segunda corrida por Gordito y en la tercera y cuarta por su hermano Manuel.

         El encierro conoce también lo que posteriormente hemos denominado masificación; de hecho, el 7 de julio de este año pasó a la historia de este acto por haberse formado el primer montón en la misma puerta de la Plaza, estando implicados en ello de 20 a 25 corredores.

         Las manifestaciones públicas, mencionadas al principio, también tuvieron su repercusión en las fiestas. Así pues, hubo numerosas quejas por los espectáculos llamados varietés a causa de las repugnantes canciones y descocada desenvoltura de las prójimas encargadas de los números teatrales. Y por si esto no fuera suficiente, pudo verse en el Paseo de Valencia un puesto de libros donde se venden obras protestantes, con profusión de Biblias sin notas. Por todo ello se quejaba la prensa provincial: Eso son los frutos de la Real Orden de Canalejas autorizando a ostentar “signos externos” de las falsas religiones.

         La bandera roja de Navarra también tuvo su protagonismo. El 16 de julio, aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, ondeó por vez primera en el Palacio de la Diputación Foral.



PINCELADAS

Alcalde.- D. Joaquín Viñas.

Horario.- Encierro: 6 de la mañana. Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

La cazuelica de Ciga.- Por segundo año consecutivo el joven pintor navarro Javier Ciga había elaborado el cartel de las fiestas. En las páginas de “El Pensamiento Navarro” una persona, bajo el pseudónimo de “R”, por medio de un poema dedicado a este pintor vino a decirle que el cartel era muy bonito, que tenía mucho movimiento, que estaba muy bien hecho... pero, que tenía un error. Y se lo dijo así:


¿Cuándo ha visto usted aquí
marchar mozos de esta traza
en cuadrillas, a la Plaza,
 con cazuelicas así?

Usted no lleva como esa
cuando va usted de merienda;
sino una grande, tremenda,
que usted casi no la pesa.

Total, en esa sopera,
¿qué ajoarriero es el que cabe?
y usted don Javier ¿no sabe
que allí siempre se exagera?

Y ¿quién sacaría allí
sin mengua de su desdoro,
al picar el cuarto toro,
una cazuelica así?

Por esto le digo yo
con grande sinceridad:
el cuadro será verdad,
pero la cazuela no.

Y mire usted: nunca me ande
con cazuelas de miseria;
y en tocando esta materia
píntelo todo muy grande.

De nuevo el tío Javier.- Completando la referencia que a él hicimos en 1908 hay que decir que en 1910, y a la edad de... ¡99 años!, Javier Echeverría se vino a Pamplona andando desde Linzoain (Valle de Erro) con su chistu y su tamboril para acompañar a los gigantes de Pamplona como lo venía haciendo desde hace setenta años. El viaje hasta la capital le costó cuatro días.
         Por vez primera en su vida se dio cuenta de que las manos ya no le seguían. Resignado por esta desgracia, no quiso dejar de acompañar a la comparsa y, en un acto emotivo, cogió su chistu y su tambor y en silencio desfiló con los gigantes. Este, y no otro, fue Javier Echeverría, el tío Javier, de etnia gitana (... y pásmense ustédes, no ha sido procesado nunca, decía un periódico al recordar que era gitano), figura inseparable de los gigantes de Pamplona durante 70 años... o más.
         Al finalizar las fiestas de este año, y con la colaboración de la prensa pamplonesa, las barracas del recinto ferial, el cine y los cinematógrafos, donaron parte de su recaudación para que el tío Javier pudiese tener mejor calidad de vida mientras ésta le durase.